Fobia social, ¿POR QUE ME CUESTA TANTO HACER AMIGOS?

Fobia social ¿Por qué me cuesta tanto hacer amigos?

Fobia social “¿Por qué me cuesta tanto hacer amigos?”

Llevo dos años trabajando en esta empresa y no consigo hacer amigos. Me considero una chica educada y abierta y, como veo que los grupos son muy cerrados y no me siento integrada en ninguno, me preocupa. ¿Qué me puede estar pasando? María. Badajoz.

Un gran maestro decía que nos relacionamos con el mundo exterior a través de un fino, transparente y brillante cristal. A veces, ese cristal puede estar empañado o sucio y los demás no pueden ver a la persona que realmente está tras él. Entonces, se empieza a sufrir y a no entender lo que ocurre, a pensar que los demás no comprenden, que son exclusivistas y que nos rechazan.

Cuando esto ocurre debemos pararnos y limpiar ese cristal sucio. Desde dentro, nunca desde fuera. Es el momento de volvemos hacia nosotros e indagar qué está pasando en nuestro interior. Podemos preguntarnos, ¿qué estoy haciendo, manifestando y ofreciendo realmente a los demás para recibir este tipo de respuesta indiferente e incluso dolorosa? Entonces, es el momento de revisar nuestros criterios de cooperación y sociabilidad.

Las personas a las que les ocurre esto suelen tener rasgos externos de delicadeza y fragilidad, parecen necesitar protección, se sonrojan o tartamudean con facilidad y sienten repentinas dificultades para expresarse. También las hay capaces de disimular su nerviosismo o angustia mostrándose extrovertidas y sufriendo interiormente. Otro rasgo común es que suelen sentir una «separatividad», algo así como «yo y los demás».

En consulta de terapia regresiva tuvimos a Isabel, de 35 años, que acudió pidiendo solución para su fobia social. Cada vez se sentía más aislada y llegó a perder la costumbre de relacionarse. Pero empezó a debatirse entre dos vías: por un lado la necesidad de contacto y por el otro el miedo a los demás. Así que cada vez, en vez de ganar libertad por su individualidad, se sentía más aislada y aprisionada.

Durante las sesiones, Isabel se identificó con un hombre de la Grecia Antigua que murió sin convencer a los demás de sus ideas que no quería cambiar por nada del mundo. Asoció ese sentimiento con los suyos y reconoció la necesidad de aprender a ver el mundo con los ojos de los demás. Comprendió que todas las cualidades negativas que veía en los demás eran en el fondo aspectos propios y emprendió el camino de reencuentro hacia su propio ‘Yo’ para consolidar una identidad propia en la sociedad. Al final, se sintió la misma que antes pero con una actitud interior diferente y los demás pudieron verla como una persona sensible que ha superado sus miedos y que puede avanzar con despreocupación, valentía y comprensión.

Es el momento de volvernos hacia nosotros e indagar qué es lo que está pasando realmente en nuestro interior.